jueves, marzo 30, 2006

MONTEVIDEO NELSON INDA

El municipio de Montevideo, comprende un área de 528 Km2, con una población de 1.338.600 habitantes localizados en 192 Km2 de área urbanizada. Esta superficie, se complementa funcional y planimétricamente con un área rural, cuyas dos terceras partes estan destinada a la producción horti--frutícola. La Ciudad, fundada por razones estratégicas se asentó en una Bahía, rareza geográfica del Río de la Plata, enmarcada por la Península y el Cerro.

La estructura de la ciudad se sustentó en su base geográfica. El puerto se ubicó en la Bahía protegida, la ciudad amurallada en la Península y la fortaleza en el Cerro, completando el sistema de defensa militar del enclave español. La Costa, ofreció su atrayente paisaje y a partir de mediados del siglo pasado es el espacio de uso recreativo y paisajístico más importante para la población. Los humedales y arroyos que limitan Montevideo, complementan un territorio rural productivo y presentan un paisaje atractivo de extraordinaria calidad ambiental. La variada topografía de cuchillas y cursos de agua ordenó el desarrollo posterior condicionando la orientación de los lotes y manzanas.

En efecto, apartir del primer núcleo poblado, instalado en 1726, la urbanización se extendió, en los tiempos de la independencia política, ocupando el ejido y sus áreas contiguas. De los españoles se heredó una concepción de ciudad homogénea, repetible y receptiva a la diversidad de las arquitecturas que fueron construyendo la ciudad. Sobre los lotes de la cuadrícula indiana se edificaron las construcciones que sustituyeron las incipientes arquitecturas coloniales del siglo XVIII; años más tarde, el conventillo, la casa “standard” del constructor italiano, las casas -quintas perifericas y los chalets transformaron una ciudad que se enriqueció con los aportes del Art-Decó y el Movimiento Moderno. Simultaneamente calles plazas y parques sumados al verde de los espacios libres privados daba forma a un sistema de “áreas caracterizadas”. La calidad de las arquitecturas –edificios simbólicos y de vivienda- de los espacios públicos –de ese período de modernización, representan un patrimonio heredado de valor.

Con posterioridad a los años cuarenta, sobre la ciudad se fueron proyectando novísimas tipologías arquitectónicas y urbanísticas, contrapuestas formal y conceptualmente con la ciudad existente. Es así que las leyes y ordenanzas promovieron nuevas tipologías, formando -y malformando- el Montevideo de los decenios siguientes. En 1946 se promulgó la Ley de Centros Poblados, al año siguiente, la Ley de Propiedad Horizontal que incentivó la construcción de apartamentos en altura, entretanto se aprobaba un “Paquete de Ordenanzas”, verdadero código de arquitectura y urbanismo, complementado con la reglamentación del “ Conjunto Habitacional”. Este cuerpo normativo propiciaba una intención urbanística modélica: generalizadora, igualitaria e indiferenciada. A partir de una zonificación primaria, extremadamente simplista, se consolidó la visión radio-concéntrica del crecimiento de la ciudad, ignorandp la base geográfica, el contexto socio urbano y las preexistencias arquitectónicas.

Desde los inicios de la década de 1960, aún con un aumento demográfico casi nulo, el crecimiento edilicio fue importante. Por un lado, las lógicas del “mercado” condicionaron la concentración en determinadas áreas, como la zona costera, y fueron en detrimento de la centralidad tradicional –signada por la ciudad histórica- y el carácter del espacio urbano. Por otro lado, un parque habitacional “informal” de viviendas tugurizadas, “cantegriles” y asentamientos desestructurados se desplegaba en los intersticios y los municipios vecinos. Ese proceso –que se acelera en las décadas de 1970 y 1980 - difícilmente reversible- dió por resultado una ciudad sectorizada y desagregada, una suerte de “no ciudad”.

En Montevideo se construyen, en promedio, unos 400.000 m2 por año, cuando el stock total construido es de 40.000.000 m2. Una ciudad que no aumenta su población en términos cuantitativos, pero se rehace a sí misma cada cien años y plantea el desafío de conformar nuevas armonías en el contexto de un dinamismo constructivo.

Proyectar el futuro, protegiendo sus calificados espacios, sus arquitecturas trascendentes y sus calidades ambientales incidiendo en las modalidades operativas de los constructores privados fue el desafío que se plantearon las políticas urbanísticas puestas en marcha, tema de este texto donde

LAS POLÍTICAS URBANÍSTICAS.

A principios de la década de 1980, el Grupo de Estudios Urbanos liderado por el hoy Intendente Municipal de Montevideo, Mariano Arana, irrumpió en la “Paz Militar”, agitando la bandera de la defensa de la Ciudad Vieja de Montevideo. El Casco Histórico, el área de mayor relevancia patrimonial que se degradaba por la especulación inmobiliaria asumió protagonismo pues, cuando la dictadura dominaba la vida del país, el montevideano se movilizó por la defensa del “barrio histórico”. Un movimiento de opinión pública permitió establecer la ordenanza de protección de la Ciudad Vieja integrandose una Comisión Especial para hacerse cargo de su desarrollo arquitectónico y urbanístico. Simultáneamente, los vecinos del barrio industrial de “Nuevo París”, en una acción inédita, cuestionaban la construcción de una autopista que perjudicaba su barrio y mas globalmente, la ciudad.

Dos movimientos localizados en diferentes zonas físicas y apoyados en disímiles intereses, marcaban un punto de inflexión, tanto en las ideas sobre la ciudad, como en el rol activo que asumía la población. Se inició así una suerte de “revolución cultural” que permitió las transformaciones.Las operaciones sobre la Ciudad Vieja se fueron ampliando progresivamente al conjunto de Montevideo.

En la década de 1990, el municipio instauró nuevos instrumentos y estrategias de actuación, sustentados en voluntad política y consensos sociales. Dos años después, en el marco de una reestructuración municipal, se creó la División de Planificación Territorial, integrada a la Unidad Central de Planificación Municipal, que permitieron legitimar las políticas, instrumentos y estrategias de actuación más conveniente.

Desde esa experiencia, en 1998 se aprobó el Plan de Ordenamiento Territorial de Montevideo, un verdadero contrato colectivo entre los montevideanos y la Administración Municipal, donde se acordaron los objetivos a lograr y los instrumentos a utilizar. No se trató de un plan de gobierno, ni de un programa político, fue un marco de orientación para las acciones a emprender sobre el espacio público. Las propuestas fueron tributarias de lectura estructural de los fenomenos, considerando un contexto de cambio.

El Modelo Territorial del Plan ordena la construcción del territorio montevideano y sugiere actuaciones puntuales de valor estratégico. En referencia a la esfera del espacio público, se plantea una serie de objetivos y de instrumentos de gestión que actúan tanto para la valoración de la urbanidad existente como en vistas a una ciudad posible. Los tres ejes prioritarios fueron el reequilibrio socio-urbano, el reconocimiento y recalificación de la calidad arquitectónica y urbanística y la cooperación público-privada.

El reequilibrio socio urbano apunta a contrarestar los desequilibrios tributarios del impulso constructor de las d´ñecadas de 1960 y1870 que dió como resultado el crecimiento desmedido en la costa este y la perdida de valores de la centralidad histórica. Era necesario revertir tendencias. El informe del urbanista J. T. Herbulot para el Plan de Saneamiento de 1992 era ilustrativo: dividía la ciudad por una “diagonal del bienestar urbano”, indicativa de la segregación socio-espacial. Pues causas y efectos acumulados tuvieron como correlato un desquilibrio entre el hiperdesarrollo de la costa--este, el poco desarrollo del área mediterránea y la degradación de la Bahía. La clave, en ese sentido, consistió en imaginar un nuevo equilibrio entre sectores.

El reconocimiento de las calidades arquitectónicas y urbanísticas, refiere a la necesidad de proteger las arquitecturas de excelente factura formal y constructiva que conforman la “calle montevideana”, armónicamente proporcionada. Desde esa perspectiva, se busca su completamiento mediante una política específica para la sustitución de las piezas arquitectónicas –evitando la demolición a ultranza- por medio de medidas destinadas a adecuar lo nuevo con lo existente.

La cooperación público-privada, alude a las nuevas modalidades de negociación, que permitieron institucionalizar instrumentos de gestión del espacio público en base a acuerdos con agentes inmobiliarios con la participación de las organizaciones civiles.

EL ORDENAMIENTO DE LA ACCIÓN PRIVADA

Las directivas del Plan se reflejan en la acción dirigida a la estructuración del Espacio Público, vinculando las intervenciones con la reorientación de la construcción del esfuerzo privado. Una lectura tipológica del Espacio Público relacionándolo con los modos de intervención, permitió proponer los siguientes tipos básicos.

1. El espacio público “coral”
a. Áreas Hipercríticas.
b. Preservación Invisible
c. Reciclaje
2. El espacio público de “esparcimiento y representación”
a. Plazas.
b. Parques
3 El espacio público “visual”

1. El espacio público “coral”

1.a. Las Áreas hipercríticas son aquellas de equilibrio arquitectónico—urbanístico que con alta calidad arquitectónica y espacial, se distorsionaban por la presión inmobiliaria. En estos casos, el sistema de ordenamiento de la actividad privada se funda en Comisiónes Especiales Permanentes, constituídas por un cuerpo de personalidades notables que evalúan los proyectos presentados en función de su adecuación al sitio. Cuatro Comisiones controlan y deciden la edilicia del área urbana de Montevideo.

La “Comisión Especial Permanente de la Ciudad Vieja”, actúa sobre las 100 hectáreas del casco primitivo, área homogénea afectada por la pérdida de población y actividades. El “Consejo Auxiliar de Pocitos” se ocupa de las 200 hectáreas de la zona balneraria de mayor demanda constructiva. “La Comisión Especial de Prado – Capurro”, se desempeña en las 600 hectáreas, que urbanizadas por casas-quintas a fines del siglo XIX, requieren de una especial protección paisajística al igual que las 800 hectáreas de la “ciudad-jardín montevideana” a cargo de la “Comisión Especial de Carrasco y Punta Gorda”. A esas Comisiones, se sumó en fecha reciente la “Unidad de Patrimonio Municipal”, que a pesar de sus aristas críticas ha logrado una actuación consensuada.

A más de veinte años de la creación de la primera Comisión, el sistema logró la recuperación y revalorización de la calidad espacial de los distintos sectores, reemplazando una normativa generalista y cuantitativa por modos de operar cualitativos y capaces de otorgar respuestas específicas. Cabe mencionar que gran parte de su éxito es deudor de la formación técnica y del desempeño de sus miembros.

1.b. La preservación invisible trata de recuperar los rasgos identitarios del espacio urbano, que fueron perdiendose por la presión inmobiliaria que impulsaba la altura y la densificación de algunos sectores sobre otros.
Se adoptó una altura standart para el territorio no atendido por Comisiones Especiales; un “techo” de 9 metros para todas las construcciones futuras, salvo escepciones debidamente fundadas. Con esa óptica, a comienzo de la década de 1990, se reordenaron zonas de alta demanda constructiva como Punta Carreta, Pocitos, Malvín, Parque Rodó y con posterioridad se extendió a la ciudad en su conjunto, en articulación con la implementación del Plan. Esa política agresiva permitió, en poco tiempo, revalorizar en términos arquitectónicos y económicos amplias áreas de la ciudad. A esta forma de defender el espacio público se suman ordenadores complementarios como el “Acordamiento” en altura o en planta, que minimizan los efectos de los edificios ya construidos con medianeras.

1.c. El Reciclaje se impulsó con el objetivo de proteger importantes sectores caracterizados por arquitecturas de calidad, de un espacio público “coral” a conservar. Desde ese horizonte, desde fines de la década de 1980, por convenio entre la Intendencia Municipal Montevideo y el Banco Hipotecario del Uruguay, se desarrolló un Programa, que combina una Ordenanza Municipal de Preservación de Viviendas expresamente adaptado para aceptar el cambio de tipología, y un Crédito Hipotecario muy accesible, dirigido básicamente al pequeño constructor y al adquirente de clase media. Este convenio, ha permitido refuncionalizar la casa “standard” multiplicando su capacidad habitacional primitiva y cambiando el valor económico y social a más de 300 unidades de esas viejas y significativas construcciones , reconvirtiéndolas en más de 1.400 viviendas.

2. El espacio público de “esparcimiento y representación”

2.a, 2.b. Las Plazas y parques estructuran el tejido habitacional de la ciudad y son un referentes importante espacio público de uso para los habitantes. La Plaza Matriz colonial fue el centro cívico y religioso de la primera época, y continúa teniendo un fuerte acento evocador e identificador. Se complementa con la Plaza Independencia, de cuño republicano, puntapié inicial del sistema de parques –como por ejemplo “Los Aliados”, el “Urbano”, el ”Prado” y “Capurro”- y plazas creadas desde el estado entre fines del siglo XIX y principios del XX.

La política municipal no logró instaurar un mantenimiento eficiente, por lo cual recurrió al los “Patrocinios”, sistema por el cual la conservación, equipamiento y mantenimiento de plazas se comparte con empresas privadas y asociaciones de vecinos. Esta experiencia ha tenido importantes resultados, aunque perfectibles mejorando los espacios verdes existentes y creando nuevos. Asimismo, en esa lógica, se realizaron circuitos peatonales con el apoyo y aporte vecinal, que dieron como resultado lugares de interés como la calle Sarandí, eje vertebral del Paseo Cultural de la Ciudad Vieja. En forma simétrica, se instaró una política de “concesión sin concesiones”, por medio de la cual las asociaciones que usufructúan los parques montevideanos ayudan en su cuidado y mantenimiento con la obligación de preservar su uso colectivo.

3. El espacio público “visual”

La ciudad se vertebró desde su inicio en directa relación con su entorno geográfico. La Ciudad amurallada se complementaba con la zona de propios y chacras y que se extendía en la fértil ondulación montevideana. La costa, despreciada en sus inicios, con playas de arena y el espacio rural de paisaje productivo, conforman dos singularidades paisajísticas a las que se suman las cuencas.

La costa se compone de tres zonas geográficamente y constructivamente distintas. La costa este hiperdesarrollada, de mayor densidad habitacional se contrapone a la costa oeste, con playas solitarias y escasa ocupación, que fuera declarada Monumento Histórico Nacional. Es muy distinto el caso de la propia Bahía eje de simetría de Montevideo, baricentro de su historia y la que mas potencialidades encierra para su desarrollo futuro. La costa y su paisaje son objetos privilegiados para las intervenciones urbanísticas que se propone valorizar los espacios públicos.

De igual modo, el área rural, con más de 300 km2 es supervisada por una Comisión Especial Permanente, creada en 1995, con un funcionamiento idéntico a los entes que actúan dentro del el área urbana. Toda actuación física en el área rural arquitectónica urbanística debe ser aprobada por dicha Comisión, integrada por técnicos, representantes institucionales, y de asociaciones de vecinos, que efectúa el control de la actividad privada, coordina las acciones públicas y encuadra las actividades municipales.

QUE POR-VENIR

Con la aprobación del Plan de Ordenamiento Territorial de Montevideo1998-2005, se cuenta con un instrumento para conquistar nuevos objetivos. Entre ellos, es preciso aún organizar un sistema de espacios públicos vertebradores, como las Cuencas de los Arroyos Urbanos y transformar la Bahía.

Las cuencas de agua y sus riberas, en gran parte inutilizadas, ofrecen el marco de las actuaciones más relevantes sobre las áreas mediterráneas deprimidas. El mejoramiento de la calidad de las aguas ( Plan de Saneamiento II Y III), se complementará en un programa de áreas verdes equipadas, que permiten relacionar la costa del río interior con la ciudad, creando como atractivo y revitalizador un parque lineal continuo. Los tres arroyos interiores –Pantanoso, Miguelete y Malvín—dieron lugar al “Programa--Proyecto Miguelete”- eje que permite unir la Bahía de Montevideo, el parque del Prado, el parque del Cementerio del Norte estructurando los tejidos urbanos intermedios. El Programa, debe ser coordinado con el sector privado con el objeto de renovar el parque habitacional y su equipamiento, aprovechando la generación de un nuevo “frente marítimo”.

La Bahía, asiento de la fundación, del primer balneario público, de la Estación Central de Ferrocarril y del Puerto con sus instalaciones brinda actualmente nuevos espacios de oportunidad. Los cambios en el sistema productivo y de transporte, dieron lugar a áreas deterioradas y desocupadas, Una operación de magnitusd en el sitio, permite generar un nuevo “espacio público” que actúe además como factor desencadenante de procesos de renovación en los tejidos más deprimidos de Montevideo. El sitio, de acuerdo al Plan Montevideo es “Área de Promoción” y por lo tanto, por iniciativa privada o pública en determinadas condiciones, puede obtener un régimen especifico de ordenamiento urbanístico – arquitectónico. El destino de la Bahía de Montevideo y de su formalización esta abierto (aún).

1 Comments:

At 11:44 p. m., Blogger AGUAMARINA said...

Muy interesante la propuesta del arquitecto Inda
Sería bueno agregar imagenes del puerto de Montevideo al artículo.

Mar Vida

 

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